Te prometo que esta es una historia real.
Lo digo porque seguramente estás harto/a de asuntos que buscan el clic fácil, y que para ello le dan una vuelta enrevesada al texto para que tenga algo de relación con lo que te habían prometido leer.
Aquí no te va a pasar eso.
Copywriting consciente, ya sabes 😉
Pero volvamos al titular y pongámonos en situación.
Yo era una pipiola que un par de meses antes había acabado la carrera de Periodismo.
Ese verano había decidido hacer prácticas en televisión. Los anteriores habían sido en prensa (La Razón) y radio (RNE) y quería tocar todos los palos para luego decidirme (como si de mí dependiera dónde encontrar trabajo solo por desearlo; ilusa que era una).
El caso es que desde RTVCM (la radiotelevisión autonómica de Castilla-La Mancha) me habían seleccionado para hacer las prácticas en su sede de Albacete.
Yo, super feliz.
El caso es que como buena becaria curraba (casi) como uno más y eso incluía entra en la ronda de las guardias de los fines de semana.
Pues bien.
Uno de esos fines de semana se celebraba Albycine, el Festival Internacional de Cine de Albacete.
Y en esa edición iban a asistir, entre otros, los actores Fede Martínez, Willy Toledo y Paz Vega.
Lógicamente había que cubrir la noticia y… ¡entrevistarlos!
¿Qué pasaba?
Que ese finde, no me tocaba a mí la guardia, pero me ofrecí a hacerla.
Mi compañero, que pasaba de trabajar los fines de semana, aceptó encantado. Eso sí, me dijo: «También el domingo has de cubrir el campeonato de tirachinas».
Sí, campeonato de tirachinas (Y oye, que estaba muy bien organizado).
La tarde en la que Paz Vega me soltó un «no» rotundo
El caso es que llegó el sábado por la tarde y teníamos hora para las entrevistas con los tres actores, una detrás de otra.
Las de ellos, genial.
La de ella…
Empezó con mal pie.
¿Por qué?
Porque antes de empezar a grabar le pregunté si se podía quitar las gafas de sol.
Y claro, me soltó una negativa de la que aún me acuerdo.
¿Cómo se le ocurre a una becaria pedirle eso a una actriz famosa?
Pues porque me limité a decir lo que me habían enseñado: que siempre hay que mirar a los ojos al entrevistado.
Y au.
No me paré a pensar si la teoría es aplicable siempre. No me puse en su lugar.
Lo que tenía que haber pensado y no hice
Da igual lo que tú quieras, has de pensar en lo que quiere la otra persona.
Empatizar.
De dos formas:
- Haciendo una propuesta con la que consigas lo que tú quieres, pero que haga que ella desee hacerlo.
«El único medio de que disponemos para influir sobre los demás es hablar acerca de lo que ellos quieren y mostrarles cómo conseguirlo» («Cómo ganar amigos e influir sobre las personas», Dale Carnegie).
Tal vez si le hubiera hecho algún halago de su penetrante mirada, de cómo le saca partido para transmitir la fuerza de sus personajes, etc. le hubiera generado el deseo de mostrarla.
Posiblemente no, para que mentir.
Pero desde luego, la respuesta no hubiera sido tan cortante.
- Pensando en que si las lleva puestas por algo será y que no siempre has de guiarte por lo que te han enseñado.
Que la teoría está bien, pero luego llega la práctica.
Ponte siempre en el lugar de tu cliente
Y a pesar de los años me sigo acordando de esa tarde de verano.
De la inocencia de aquella chiquilla.
De su ilusión por entrevistar a personas que admiraba.
Pero también, de lo que aprendí ese día y cómo me ayuda a trabajar el copywriting consciente con mis clientes.
A ponerme en su lugar, estudiar su lenguaje (qué quiere transmitir y cómo) y tener clara su personalidad antes de ponerme a escribir.
Así que, gracias Paz Vega 🙂
P.D.: La entrevista, a pesar del brusco inicio, fluyó y la noticia quedó bien bonica.